Hoy se cumplen 50 años de su canonización
Por José Antonio Varela Vidal
ROMA, domingo 6 mayo 2012 (ZENIT.org).-
La Iglesia presenta un gran modelo en san Martín de Porres, el famoso
religioso dominico que ingresó en el convento del Rosario en Lima en
1594 como un ‘donado’ o criado. Esto debido a que se le impedía abrazar
los votos religiosos por su condición de hijo ilegítimo, más que por el
hecho de su raza negra como algunos argumentan.
Sin embargo fue su vida virtuosa, su atracción por imitar a Cristo y
un conocimiento difuso de Dios --constatado día tras día por los frailes
de su comunidad--, lo que le permitió ser admitido como religioso de la
orden de Santo Domingo en 1603. Así, entre emoción y sorpresa para la
época, Martín se pondría un hábito que aún hoy, miles de devotos lo
visten en noviembre con la esperanza de imitar siquiera en algo a
“Martín de la Caridad”, como lo llamó el papa Juan XXIII hace 50 años,
cuando lo proclamaba santo en la Basílica de San Pedro.
¿Cómo se enamoró Martín así de Cristo, al punto de dejar atrás la
posibilidad de surgir que le ofrecía su padre español? ¿Qué lo movió a
entrar en un ‘sistema’ donde solo le esperaba marginación y
humillaciones por su origen? ¿Hasta qué punto era su fascinación por la
orden dominica, que ofreció venderse como esclavo cuando el convento
estaba en quiebra?
Estas y otras preguntas surgen sobre este limeño, confirmado según
dicen por el mismo santo Toribio de Mogrovejo: ¿En qué plaza pública
escucharía Martín la palabra de Dios? ¿Quién se interesaría en hablarle
de Jesús? ¿Cuántos mendigos enfermos habría tenido que ver abandonados
por la calle, para entender su vocación?
Pero Martín no se santificó solamente atendiendo a los menesterosos
--para los que fundó un albergue con la ayuda de benefactores, quienes
buscaban su consejo espiritual--, sino que también lo hizo en el
servicio a sus hermanos de comunidad, a su nueva familia... Se sabe que
limpiaba el convento, visitaba y aliviaba con hierbas medicinales a los
frailes, les cortaba el cabello, cocinaba y hasta atendía a los animales
enfermos, velando para que no les faltase alimento. Es famosa la
historia de que hacía comer de un mismo plato a “perro, pericote y gato”
para que dejaran de pelear, lo que ha llevado a ser visto como un
‘Francisco de Asís peruano’, también atento al equilibrio de la
creación.
Hoy, que se pierden horas ante los medios de comunicación y en las
redes sociales, sin más interés que la curiosidad, el exhibicionismo o
el voyeurismo, se nos presenta “San Martincito” como un cristiano que
consumía sus horas entregado a los demás, abrazado de un fuego interior
por servir, y que lo llevaría finalmente a los altares.
Hoy, que la Iglesia quiere hacer una segunda cosecha a través de la
nueva evangelización, bien podría encontrar en los santos como Martín de
Porres, modelos de estilo ya sea como evangelizado o como
evangelizador.
En un rápido recorrido se podría identificar que como evangelizado,
le presentaron a Cristo de una forma tan sencilla y directa
--probablemente en espacios públicos--, que lo enamoraron del
Mensaje-Persona. Luego le indicarían las obras de misericordia y las
bienaventuranzas, como el mejor modo de convertir en fruto aquella
semilla sembrada, abonada y regada en él.
Y como evangelizador, está claro que se puso en manos del ‘jardinero’
del Evangelio para que lo pode, le quite lo que aún le quedara como
indeseable a los ojos de Dios --lo inútil--, y lo someta a la humildad
más radical. De este modo, vería brotar un nuevo ser, atento a las
necesidades de los demás, utilizando su tiempo “en ocuparse de las cosas
de su Padre”, y predicando como catequista o doctrinero de la época.
Hoy que el mundo entero celebra los 50 años de la canonización de
“Fray Escoba”, apelativo que en sí mismo resume todo lo dicho, su figura
se alza como un gran árbol que puede nutrir a muchos de savia
evangelizadora; o también para protegerse a la sombra de tanta
sobrexposición, que a veces enceguece los nobles objetivos que se tienen
al principio.
Ndr: Al cierre de este artículo, escuchamos al papa Benedicto XVI
durante el rezo del Regina Caeli mencionar el aniversario de la
canonización, y encomendarle a san Martín de Porres los frutos de la
nueva evangelización…
Fuente: http://www.zenit.org/article-42140?l=spanish
Imagen: SinFronteras Combonianos (Facebook)
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